En la Basílica de Himaeus el Justicar, cuidando en sus últimos momentos al Obispo Eziah, un joven Ulix espera a la hermana D'Fey para venir y cantar para él la única canción que puede ayudar a aliviar su dolor. Él no sabe por qué los otros chicos de la residencia de estudiantes odian su presencia - ni tampoco le importaba. Cuando canta el Cantar de los Perdidos, todos sus temores se calman. A medida que su voz le arrulla a dormir, no puede saber que en su deseo de escapar de las penurias de su vida, él camina un camino hacia un futuro aún más oscuro.
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